La galaxia culé dejó escapar su gran oportunidad ante el Betis y ahora apela al orgullo para poner las cosas en su sitio y no irse de vacío en una año en el que llegaron a soñar con el famoso trébol. Un orgullo que le faltó al Atlético de Madrid ayer. Vergonzoso el espectáculo de un equipo que, probablemente, acceda a la Copa de la UEFA, pero que roció un manchón difícil de borrar en la elástica rojiblanca.
Agazapados por si los dos grandes fallan continúan el Sevilla y el Valencia. Admirable el rendimiento de los andaluces, capaces de sacar fuerzas de donde no las hay para remontar en los últimos siete minutos el tanto inicial del Deportivo, cuando lo más cómodo hubiera sido perder, achacarlo al cansancio físico tras la final de la UEFA y la posterior celebración, y centrarse en la otra final que le resta, la de la Copa del Rey. Pero Del Nido, Juande, Monchi y los jugadores no están dispuestos a frenar la euforia. Van a por todas, y con todas las consecuencias. Son talibanes de la victoria y prefieren correr el riesgo de que la bomba les explote en las manos a morir sin intentar cumplir sus fines.
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