martes, 6 de marzo de 2007

El cazador, cazado


El Barcelona, eliminado; el campeón, destronado; el cazador, cazado. Justamente, todo hay que decirlo. El gol de Gudjohnsen resultó insuficiente para completar la machada. Amenazaba Rijkaard en la previa del partido ante el Liverpool con sorprender a Rafa Benítez utilizando el esquema mágico de Zaragoza (3-4-3), aderezado con la presencia en ataque de la fórmula REM (Ronaldinho, Eto'o y Messi) y al final fue el holandés el que se vio sorprendido ante la osadía ofensiva que mostraron los Reds desde el primer minuto del choque. El técnico madrileño no lo sabe todo, pero le dio un baño táctico de cuidado al bueno de Frank. Lejos de realizar experimentos, continúo con el esquema que tan buen resultado le dio en el Camp Nou, pero con una diferencia que a la postre resultó sustancial. Nada de esperar replegados en su área; presión a todo campo durante los noventa minutos para ahogar la salida de los culés. Ver a hombres como Gerrard, Sissoko, Kuyt, Bellamy o Riise correr como cosacos sin parar es una gozada. ¡Qué entrega, qué garra, qué compromiso! Lo cierto es que parecía el equipo local el que tenía que remontar la eliminatoria. Prueba de ello es que a la media hora había disparado sobre la puerta de Valdés en nueve ocasiones, por ninguna del Barcelona. Por cierto, soberbia la actuación del meta blaugrana, que evitó una goleada y mantuvo la ilusión del bloque culé hasta el pitido final con sus intervenciones. Porque, pese al 0-1 final, la realidad es que el Barça bien pudo salir goleado de Anfield. La idea de Rijkaard de colocar a Eto'o pegado a la izquierda, a Ronaldinho de referencia ofensiva y a Oleguer de central-lateral derecho disminuyeron sus opciones de gesta en un tanto por ciento bastante alto. Un cambio de posiciones tan inexplicable como dañino para su equipo y un lujo defensivo evitable en un partido tan decisivo, que pegan más en la cabeza de un técnico excéntrico que en la línea de coherencia que había llevado hasta el momento el holandés. Y cuando quiso rectificar, sacando a Gudjohnsen por Thuram -podría haber dejado a Eto'o en su sitio natural para dar entrada a Giuly por el defensa francés y evitarse un cambio, pero decidió 'pasarle factura' por pasadas afrentas-, la eliminatoria ya no se podía ganar. Sólo el Liverpool podía perderla. Fue entonces cuando rugió Anfield para acompañar a su equipo y guiarles hacia los cuartos de final. El Liverpool ya empieza a soñar con otra Copa de Europa, el sueño del Barça se acabó.

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