miércoles, 14 de marzo de 2007

Ronaldinho, ¿camino de Milán?

Aparece hoy en la portada de uno de los periódicos deportivos italianos de mayor tirada la noticia de que Ronaldinho, por medio de su hermano y representante, Roberto de Assis, ha pactado con Galliani, vicepresidente del Milán y mano derecha de Berlusconi, su fichaje por el club rossonero para la próxima temporada. ¿Realidad o ficción? Habrá quienes piensen que se trata de una maniobra externa para desestabilizar al Barcelona; habrá quienes piensen que el entorno de Ronnie está moviendo hilos para sugerir en breve una nueva revisión en su contrato, ya suculento de por sí; y habrá quienes estén convencidos de aquello que dice que cuando el río suena, agua lleva. A mí, personalmente me parece que toda la parafernalia tiene más de esto último que de las primeras cuestiones. Por varios motivos: la primera es que es casi imposible mejorar más el contrato de Ronaldinho, que ha sido revisado hasta en tres ocasiones desde que llegara al Barça y ahora se sitúa a la cabeza de los jugadores de fútbol que más dinero ingresan, 23 millones entre ficha y contratos de publicidad; la segunda, que, como todo crack internacional que se precie, Dinho tiene un séquito de parientes a los que alimentar, que se mueven al ritmo de las comisiones y cada cierto tiempo es necesario cambiar de aires para llenar la hucha; la tercera es que el propio jugador ya ha manifestado en otras ocasiones que uno de sus sueños desde pequeñito es jugar junto a Ronaldo. Antes, en el Real Madrid, ese sueño era imposible, pero ahora, en Milán, puede hacerse realidad. Además, allí formaría ese tipo de colonias brasileñas que tanto les gusta a los nativos de dicho país para sentirse como en casa (Ronaldo, Kaká, Cafú, Ronaldinho, quizás Robinho);
y, por último, y a lo mejor lo más importante, a Ronaldinho en el Barcelona se le están acabando las motivaciones. Ha ganado Liga, Champions, Balón de Oro y FIFA World Player, completando uno de los mejores ciclos de la historia blaugrana. Pero el proyecto empieza a mostrar síntomas de desgaste. La división en el vestuario, los problemas con Etoo, el acoso de la prensa catalana y las críticas por su juego intermitente le hacen replantearse un futuro lejos de Can Barça, donde llegó de la mano de Rosell, al que hecha de menos desde hacer mucho tiempo. Habrá que estar atento a los próximos movimientos del mercado, pero lo que ya nadie duda es que Roberto se ha encargado de poner a su hermano a tiro de los que estén dispuestos a hacer una locura por él. Su cláusula, 120 millones. ¿Estará dispuesto Laporta a negociar?

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