lunes, 5 de marzo de 2007

El mejor de la jornada: Dani Alves, bendita locura


Dani Alves representa a la perfección el éxito del Sevilla. Cuando Monchi lo fichó, aconsejado por el ahora director deportivo del Xerez, Antonio Fernández, era un desconocido en el fútbol español, al igual que Baptista. Ese año supuso el primer ladrillo de la ostentosa mansión que el club de Nervión está construyendo poco a poco. Desde Del Nido hasta Alfaro, el último jugador de la factoría sevillista en debutar con el primer equipo, pasando por Monchi, Pablo Blanco (director de la cantera), Juande Ramos o Víctor Orta (una de las tres personas que mejor maneja el mercado de España). Todos suman; ninguno resta. Eso es fundamental. Luego está la plantilla. Sin estrellas mediáticas, sin ñoñerías en un vestuario donde el jefe es Javi Navarro. Jugadores ubicados en la clase media, ésa que tanto denostó Florentino Pérez en su estancia como presidente del Real Madrid. Llenos de ambición, de orgullo, de ilusión por llegar a ser grandes como bloque y no individualmente, como Etoo, Ronaldo o Shevechenko. Ahí está Palop, que próximamente estrenará internacionalidad si Luis Aragonés se quita de una vez por todas la venda de los ojos; ahí están Poulsen, Renato, Martí, Adriano...ahora Kerzhakov. Y un peldaño por encima Jesús Navas, Kanouté y, como no, Daniel Alves, el más travieso de la clase. Un prototipo de futbolista en extinción que se rebela ante el sometimiento de los sistemas caciquiles que impone el fútbol moderno; que lo mismo ataca que defiende; que aparece por la derecha o por la izquierda indistintamente; que desestabiliza y cambia el ritmo anímico de un partido, como lo hizo el sábado ante el Barcelona -quizá su próximo destino-. Porque Alves es así, impulsivo, temperamental, loco. Pues bendita locura.

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