Pasan las jornadas y todo se mantiene igual, en suspense. No se aclaran las cosas, ni por arriba ni por abajo. Muchos daban por ganador indiscutible de la Liga al Barcelona. Sigue siendo favorito, pero ya no se palpa ese paseo de antaño. Sevilla, Valencia o Real Madrid; dos de ellos, o los tres, estarán ahí hasta el final. Otros muchos daban por muerto al Nàstic y la Real Sociedad, pero ambos se agarran con fuerza a la categoría, pese a que lo cierto es que tienen cerca, muy cerca el precipicio. 
En lo que a nombres se refiere, muchos han destacado este fin de semana. Portillo, al que le ocultaron un problema de salud de su padre para no desestabilizarle en la visita de Sevilla y devolvió a la realidad liguera a los de Juande con otro golito en su cuenta particular. El madrileño apunta al Betis para la próxima temporada; 
Joaquín, que comienza a sacar del baúl de los recuerdos su mejor repertorio; o Kovacevic, que volvió a 'mojar' tras año y medio de sequía. Sin embargo, por encima de todos emerge como un 'gigante' la figura de Lionel Messi. El argentino dio un paso más en su meteórica carrera marcándo un hat-trick en el clásico ante el Real Madrid, demostrando que quizá ha llegado el momento de que le suban un rango más en el escuadrón de Rijkaard. Con Eto'o y Ronaldinho a la gresca, sin el futuro de ambos cracks asegurado en el Barcelona, le toca el turno a la 'pulga', al que únicamente sus problemas físicos pueden privarle de coleccionar Balones de Oro, Plata o Bronce en la próxima década. Ahora bien, habrá que ver la reacción de Messi cuando esté en primera línea de batalla, cuando los entrenadores rivales le vean como el principal arma enemiga y le asignen marcajes de dos contra uno un partido sí y otro también, cuando se le exija jugar de forma sobresaliente no sólo ante el Madrid, sino domingo a domingo, sin margen de error. Porque el fútbol es tan bonito como cruel... y más de uno puede corroborarlo, ¿verdad Ronaldo?
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